Tras colaborar en las tareas de rescate en el terremoto, contarán esta tarde en una charla la dureza de esas seis jornadas
«No tenemos un guión escrito», confiesan. Porque no les hace falta, cada minuto de lo vivido se les ha quedado grabado en sus mentes. Y ahora lo quieren compartir. Los seis bomberos del parque de Vitoria que acudieron a Turquía para colaborar en las tareas de rescate tras el devastador terremoto que dejó más de 20.000 muertos relatarán esta tarde (18.30) su extrema experiencia. En el acto ‘Experiencias vividas en el terremoto de Turquía’ (centro cívico de Zabalgana) contarán a los presentes cómo fueron esos seis días de continua carrera contrarreloj por localizar supervivientes. Y su impotencia después de que les ordenasen abortar la misión y regresar a casa. «Ha sido lo más duro que hemos vivido nunca», comparten.
El origen de todo está en esos mensajes de Whatsapp que se cruzaron el 7 de febrero después de conocer lo que estaba ocurriendo en Turquía. Al primer seísmo de 7,8 grados le siguió una réplica de 7,5 grados. El escenario era de caos total. «Nos pusimos de acuerdo rápido, sabíamos que teníamos que ir. Organizamos el viaje y metimos corriendo en cajas todo el material que necesitábamos», recuerda Eduardo Delgado, voluntario de la ONG Acción Norte y uno de los integrantes de este equipo de rescate conformado por Juan Carlos Delgado, Iñigo Vergara, Julen Olivera, Roberto Ogeta y Héctor Pérez Vicario.
«Tuvimos que rescatar los cuerpos de una pareja a la que el terremoto les pilló durmiendo. Aún seguían abrazados. Fue muy duro»
Esos 3.500 kilómetros de vuelo fueron todo un golpe de realidad. «Todo estaba mucho peor de lo que nos imaginábamos: cadáveres, gente llorando por las calles, edificios colapsados…». Su oficio les ha acorazado frente a los escenario más duros, pero no ante algo «que parecía una guerra». «Caminabas por la calle y te encontrabas cuerpos tapados por sábanas, cadáveres metidos en bolsas de plástico… Fue muy duro tener que rescatar los cuerpos de una pareja a la que el terremoto les había pillado durmiendo y que aún seguía abrazada».
«Rabia» a la vuelta
Este grupo se adentró en más de cincuenta edificios reducidos a meros escombros. «En el ambiente había como una especie de niebla que se había formado a raíz de los derrumbes. Lo que antes era un bloque de siete plantas, era una montaña de piedras. Eso dificultaba muchísimo el trabajo porque apenas había resquicios por donde meterse», describe, impotente. Porque no consiguieron rescatar a nadie con vida. «Nos da mucha rabia. El perro de rescate un día nos marcó que podría haber alguien, pero fue una falsa alarma».
Alrededor, en plena calle, habitaba la esperanza de quienes habían conseguido esquivar a la muerte. «Nos pedían que buscásemos a sus familiares. Cuando les decíamos que no había nadie con vida se derrumbaban y nos agradecían el esfuerzo», comparte Delgado. La noche no daba una tregua. «La gente se juntaba alrededor de una hoguera. No tenían nada, no había casas».
No querían abandonar la misión, pero el Gobierno turco ordenó la vuelta paulatina de los equipos de rescate. «Queríamos seguir intentándolo». De vuelta a casa, no han conseguido responder a todos los mensajes de felicitación y agradecimiento que han recibido.